El diario de Chernyaev, esperando a Gorbachov en 1984

El 25 de mayo de 2024, que habría sido el cumpleaños 103 de Anatoly Chernyaev, el Archivo de Seguridad Nacional publicó, por primera vez en inglés, la parte de su diario correspondiente a 1984, con el título “Esperando a Gorbachev”. 

El diario revela aspectos poco conocidos del proceso que llevó al poder a Mikhail Gorbachev, tras la esperanza de cambios abierta por el secretario general del partido comunista Yuri Andropov, y el frenazo posterior con la elección de Konstantin Chernenko como su sustituto.

Cuando el 9 de febrero falleció Andropov, sin materializar las expectativas liberales, Chernyaev escribió sobre el futuro: 

“Horrible. Nuestra pobre Rusia. ¿Pero llegó a su fin la era Andropov?. ¿Tendrán suficiente responsabilidad ante el país, suficiente sentido leninista para nombrar a Gorbachov?. 

Chernenko, apparatchik en el peor sentido

Considera al nuevo líder un “mediocre, sórdido en su capacidad intelectual, maleducado, y sin base cultural, un burócrata menor del partido con la experiencia laboral de un apparatchik, en el peor sentido de esta palabra”. 

Durante el funeral de Andropov, muchos líderes internacionales fueron a Moscú como señal de un posible mejoramiento de las relaciones. 

Durante 1984, critica con frecuencia en el diario al ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromyko, y el 25 de mayo afirma que “es una persona peligrosa para el país». 

“La esencia de sus enfoques sobre las armas nucleares es la confrontación, y la concepción de no negociar hasta que se retiren los misiles de Europa”, escribió entonces. 

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Convertir el país en campo militar

Por el contrario, Chernyaev cree que la Unión Soviética debe responder a la “ofensiva de paz” de Reagan, porque los aliados de Europa del Este también quieren mejorar las relaciones con Occidente.

El Archivo resalta como una viñeta inolvidable del diario la reseña de una sesión del Comité Central del 4 de junio sobre “educación militar”.

Según la descripción, el jefe del Estado Mayor, el mariscal Sergey Akhromeyev, expuso sus ideas “Sobre el carácter de la guerra moderna” y mostró documentales de las armas de la OTAN y de posibles escenarios bélicos. 

Chernyaev quedó impresionado por la tecnología del nuevo armamento, el costo de producirlo, y la carga que supondría para la economía soviética. 

El mariscal abogó por “convertir el país en un campo militar”. Sobre ello Chernyaev escribe : 

“Yo estaba viendo esto y pensé: ¿Pero eso significa que debemos gastar tanto? ¿Y para qué es todo esto? ¿Preparar un suicidio de la humanidad? ¡Una especie de locura! «.

Olvidándome de dónde estaba, quise saltar y preguntarle al mariscal: ¿Y si siguiéramos adelante y destruyéramos todas estas armas, que no son peores ni menos inteligentes de nuestro lado? Y decirle al mundo entero: ya tuvimos suficiente, eso es todo, ¡punto! 

Vodka y lenguas sueltas

En otro episodio descrito, redactores de discursos y consultores se reúnen en una de las “dachas” para elaborar un borrador del nuevo programa del partido, y se relajan después del trabajo:

Chernyaev, que no estaba presente, se enteró de la escena por su amiga Karen Brutents, funcionaria del Departamento Internacional.

Entre los que están alrededor de la mesa se encuentran Vadim Zagladin, Alexadr Bovin y Alexandr Yakovlev, todos futuros arquitectos de la perestroika de Gorbachov. 

En el diario, Chernyaev reflexiona sobre el destino del movimiento comunista internacional, y los intentos de distanciarse de la Unión Soviética que muestran los partidos comunistas de países capitalistas, y antiguos aliados socialistas como Hungría.

Tontos delante de su propia gente

Chernyaev expresa evaluaciones críticas de su jefe, Boris Ponomarev, a quien ve como un burócrata anquilosado, cuya aspiración es complacer a sus jefes, y tal vez convertirse en miembro del Politburó. 

Califica a Ponomarev, de casi 80 años, como un hombre obsesionado con su papel en la formulación de la política soviética, que exige a los subordinados escribir interminables borradores de discursos y artículos programáticos. 

A finales de mayo y principios de junio, Chernyaev visita Hungría y se reúne con Gyula Horn, uno de los principales reformadores húngaros a finales de los años 1980, Ministro de Asuntos Exteriores, y luego Primer Ministro. 

Los húngaros hablan sobre la independencia y la apertura a Occidente, aunque aseguran que seguirán en el camino socialista. 

Otros se quejan de la política soviética de mano dura e irrespetuosa: al tomar decisiones sin consultar a los aliados, como  la negativa a participar en los Juegos Olímpicos. 

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Afganistán y Asia Central soviética

En el diario, Chernyaev describe una sesión del Politburó el 9 de agosto en la que el Ministro de Defensa, Dmitry Ustinov, informa sobre sus conversaciones con Babrak Karmal, el hombre de los soviéticos en Afganistán.

Presenta una situación en la que los bandidos controlan el 80% del territorio. No hay normalidad ni orden, “los soldados van y regresan bandidos”. El reclutamiento militar no está funcionando y los reclutas afganos “huyen y se dispersan”. 

En 1984 el Politburó examinó también lo que estaba sucediendo en las repúblicas de Asia Central. 

En el informe, el primer secretario de Turkmenistán, Muhammetnazar Gapurov, revela que hay “[miles] de mulás clandestinos. Publicamente, la gente parece vivir según las normas soviéticas, pero en la casa sigue las normas de la Shária. 

Además, los niños son circuncidados, los funerales se realizan según las reglas del Corán. Las mujeres se ven obligadas a quedarse en casa, el sistema de dotes está muy extendido, y la situación parece medieval. 

Nuestra sucesión

Pero el tema principal del año es la anticipación. Chernyaev sigue comparando al inteligente Gorbachev con el lento Chernenko. 

El 10 de abril, anota en su diario: 

“Vivo en una anticipación casi insoportable, como si algo estuviera a punto de suceder en las alturas del Kremlin, en las entrañas del país. No lo sé… Tal vez sea un presentimiento más global: tal vez algo cambie repentinamente en el mundo y todo será completamente diferente”.

En junio de 1984, Gorbachov fue enviado como representante soviético al funeral del comunista Italiano, Enrico Berlinguer, después de una controversia, porque Ponomarev quería ir. 

Chernyaev considera que el joven secretario de Agricultura se convertirá en el próximo líder soviético: 

Es alegre y con fuerza interior. En otras palabras, tenemos nuestra ‘sucesión’”.

El hombre con quien podemos negociar

Chernyaev consider las intervenciones de Gorbachev inteligentes y sustanciales, resalta el disgusto con quienes leían sus presentaciones, y destaca su atención a las nuevas ideas, como las insinuaciones de que se debía romper el monopolio del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Chernyaev relata asimismo que fue consultado antes de su viaje a Gran Bretaña en diciembre de 1984, durante el cual impresionó a Margaret Thatcher quien lo consideró un hombre con «el cual podemos hacer negocios». 

El diario refleja un hecho sorprendente si se tiene en cuenta que, bajo la dirección de Nikita Kruschov se realizó el XX Congreso del Partido Comunista, durante el cual se denunciaron los excesos de Stalin .

Narra que en un encuentro con Zaitsev, un historiador del partido con pleno acceso a los documentos de las purgas de Stalin, este le dijo:

 “Allí suceden cosas terribles. Tenía esos documentos en mis propias manos. Por ejemplo, la lista de 145 líderes industriales… firmada: Molotov, y debajo [la firma de] Stalin”. Pero con letra de Stalin, hay un corchete delante de los nombres que dice: ‘¡Fusilarlos a todos!’.

En espera de Gorbachov

Según Zaitsev, Kruschov decidió que ya había demasiadas revelaciones, y que los libros de texto escolares no deberían decir nada sobre las purgas. 

Los documentos fueron reclasificados y desde entonces nadie tuvo acceso a ellos. 

Chernyaev, indignado, consideró que ello contribuyó a que en ese momento estuviera presente en la población el culto a Stalin.

Y siguió esperando por el ascenso de Gorbachov.


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